sábado, 27 de octubre de 2012

La Verdadera Historia de la Operación Peter Pan (III)

                                                      

Tercera etapa. La visas Waiver
 
Como  en los planes iniciales de Mongo Grau se contemplaba la necesidad  de crear un equipo que se dedicara a la falsificación de documentos  migratorios, este se dirigió al también agente de la CIA Israel  Padilla Frades (Borico):
quien con una pequeña  organización de falsificación se encargó del asunto y fue el primero en  estampar los visados falsos en los pasaportes de la Operación Peter Pan,  con ello se honraba y reconocía la calidad de su trabajo.
A  esta red de falsificadores, bajo la dirección de Israel Padilla Frades,  pertenecieron los también agentes de la CIA, Albertina O'Farril de la  Campa, Manuel de Jesús Companioni Sousa, Alicia Thomas  Chinique y Leopoldina Grau Alsina (Polita). Estos falsificaron  los visados tanto en pasaportes cubanos, como británicos, franceses, o  de cualquier nacionalidad.
 
La participación de Polita  Grau en la falsificación de pasaportes y visas fue públicamente  reconocida en la entrevista que le ofreciera al periodista cubano Luis  Báez, señalando al respecto que cambiaban en los pasaportes de  personas fallecidas, los nombres, los números y los ponían aptos para  viajar. Como no había embajada norteamericana, Polita aseguró que ellos  se convirtieron en una especie de consulado clandestino con el acuerdo  tácito de las autoridades norteamericanas.
 
Los expertos  falsificadores de la red de Mongo Grau usaron todo tipo de estratagemas  para sacar además por la Operación Peter Pan a espías y terroristas  prófugos de la justicia. La persona de más edad sacada del país por esta  vía fue René Véliz, a quien con 37 años de edad lograron  falsificarle el pasaporte de un joven de 17 años, aprovechando las  características físicas de este terrorista implicado en un fallido plan  de sabotaje mediante el cual se pretendió volar la refinería de petróleo  que había sido nacionalizada a la Shell Oil.
 
Todo  contacto oficial, como establecía la carta del Catholic Welfare Bureau,  llegaba a Mongo Grau por mediación de Penny Powers, a quien aquel  señaló como una agente de la inteligencia británica que le servía de  enlace con la embajada inglesa en La Habana, con las aerolíneas Pan  American y KLM y la Iglesia Católica en Miami.
 
Para la  recolección y confirmación de los nombres de los niños que sacarían por  la Operación, Grau reclutó al sacerdote Raúl Martínez González, párroco  de la iglesia de Santa María del Rosario, quien designó a dos de sus  feligresas la misión de recorrer todo el país para contactar a otros  sacerdotes que serían los encargados de confeccionar las listas con los  nombres de niños cuyos padres deseaban enviarlos a Estados Unidos. Con  una frecuencia quincenal estas visitaban la casa de los Grau y  entregaban los listados con los nombres de niños que necesitaban  documentos para poder viajar.
 
Durante el desarrollo de la  Operación Peter Pan varias embajadas extranjeras jugaron un papel  fundamental en la misma, no sólo poniendo a disposición de las redes de  la CIA de Mongo Grau los medios propios de los canales diplomáticos para  trasmitir recíprocamente la información de inteligencia que circulaba a  través de ellos, sino que incluso muchos de estos diplomáticos  recurrieron a Grau para que les resolviera visados especiales para  amigos, familiares y empleados de dichas sedes.
 
Un  ejemplo de ello se pudo apreciar en uno de los tantos homenajes que en  Miami se le ofreció a Mongo Grau pocos días después de su arribo a esa  ciudad el lunes 15 de septiembre de 1986, luego de ser puesto en  libertad por las autoridades cubanas, a solicitud de la Iglesia  Católica, cuando cumplía una condena de 30 años por sus actividades de  espionaje, terrorismo y planes de atentado al Presidente Fidel Castro.  En esa ocasión estuvieron presentes Emanuel Carvajal, quien se  desempeñó como embajador de Costa Rica en La Habana en 1961,  y su esposa Bertha, los que declararon públicamente haber ayudado a  Grau en el trasiego de documentos migratorios norteamericanos, jugando  así un pequeño pero crucial papel en la Operación que permitió sacar de  Cuba a más de 14 mil niños.
 
Las aerolíneas norteamericana  Pan American World Airways y la holandesa K.L.M. Royal Dutch  Airlines, fueron las únicas autorizadas por el Gobierno de los Estados  Unidos para la transportación de los niños que viajaban con las Visas  Waiver. En ambas aerolíneas funcionaban sendos centros de  inteligencia al servicio de la CIA, cuyos agentes principales eran  Antonio Comellas y Francisco "Pancho" Finlay, a su vez presidentes  respectivos de esas firmas en La Habana quienes recibieron la  orientación de ponerse al servicio de Mongo Grau, en esta Operación.
 
De  esta forma se garantizó la clandestinidad, operatividad y dinámica  necesaria de la Operación, teniendo en cuenta que para poder viajar en  vuelos comerciales la ley regulaba que cada pasajero tenía que tener un  asiento confirmado en el avión. Los empleados de las aerolíneas  insertaban falsas reservaciones en las listas de pasajeros que después  eran sustituidas con los nombres de los niños que viajarían en cada  vuelo. Esta tarea la realizaban fundamentalmente Ulises de la Vega de la  KLM y Julio Bravo Rodríguez, agente "Toribio" de la CIA, quien  fungía como Jefe del Departamento de Visas Waiver de la Pan American en  Cuba, todo bajo la diaria supervisión de la inglesa Penny Powers.
 
Penny  Powers con la ayuda del matrimonio y agentes CIA, Berta de la Portilla y  Francisco "Pancho" Finlay, llegó a estructurar una amplia red para la  distribución de visas "waiver" en las distintas escuelas privadas del  país.
 

Culminación de la operación

En  Octubre de 1962, el Gobierno de Estados Unidos suprimió  unilateralmente los vuelos directos. Quedaron detrás cerca de 50 mil  jóvenes cubanos a los que habían entregado visa Waiver y con esa  arbitraria medida no pudieron emigrar como era el deseo de sus padres.  Según un estimado conservador, cerca de 150 mil familiares de los niños  sacados por la Operación Peter Pan recibieron visa y pudieron emigrar a  Estados Unidos antes de la Crisis de Octubre.
 
En  horas de la tarde del 22 de octubre de 1962 partía por última  vez el vuelo No. 422 de la Pan American que cubría el itinerario regular  Habana-Miami, con los últimos niños que serían sacados de Cuba por  la Operación Peter Pan.
 
Según cifras aportadas por  autoridades eclesiales de Miami, entre el 26 de diciembre de  1960 en que salió el primer grupo y el 22 de octubre de 1962  que llegó el último a Miami, fueron sacados de Cuba a través de la  Operación Peter Pan un total de 14 048 niños sin acompañantes.
 

Centros de acogida

Campamentos

 
Uno  de los problemas iniciales ocurrido en los campamentos fue el arribo de  muchachos no previstos, a quienes sus padres los mandaban a Estados  Unidos, unos por participar en actividades conspirativas en los colegios  o instituciones laicas católicas y otros que podían ser una vergüenza  para los familiares en Cuba y temían que se convirtieran en  comunistas. La mayoría de esos niños sufrió un gran trauma que desembocó  en desarraigo.
 
Al respecto, el doctor Carlos  Cortina, representante de la Iglesia Cristiana Reformada de Estados  Unidos, reconoció en 1962, en una audiencia del subcomité que  investigó los problemas relacionados con los refugiados cubanos, del  Comité Judicial del Senado de Estados Unidos, que muchos de los  niños fueron sacados de Cuba por sus padres en contra de su voluntad, ya  que según el testimoniante simpatizaban con las ideas de la Revolución,  eran miembros de la Organización de Pioneros o de otras organizaciones  revolucionarias.
 
Ello obligó a mantener los dos grupos  apartados en los campamentos y enfrentó a los encargados de su atención  con un problema que nunca antes habían conocido y del cual no tenían  idea de cuándo finalizaría.
 
Fue así como súbitamente  ambos grupos se vieron sometidos a un régimen estricto, donde, incluso,  tenían que ir a la cama temprano y se les limitó la comunicación con sus  familiares en Cuba, por lo que los muchachos indudablemente fueron  infelices.
 
El padre Francisco Palá, quien fuera el  primer administrador de Camp Matecumbe, inaugurado en julio de  1961, relató que en ese campamento se albergaron los jóvenes de  edades más problemáticas, entre 15 y 18 años, los cuales dormían al  inicio en tiendas de campaña, que se mojaban cuando llovía y todo se  inundaba. Con una capacidad para solo 100 personas, se hacinaban hasta  500 jóvenes que disponían únicamente de dos duchas para su aseo  personal.
 
Imperaba la ley de la fuerza, solo el más  fuerte sobrevivía. Los robos, las peleas, etc., eran constantes. El  padre Francisco Palá tenía una oficina con aire acondicionado de la que  nunca salía.
 

Orfelinatos

 
El  Orfelinato de San Vicente, situado en Vincennes, estado de  Indiana, constituyó para los niños cubanos un verdadero campo de  trabajo esclavo. Las monjas utilizaban a los niños en las cosechas de  maíz, manzanas, cerezas, etc., apropiándose íntegramente de los ingresos  que recibían de los granjeros propietarios de los campos donde  realizaban esos trabajos, sin que los menores recibieran gratificación  alguna por ello.
 
El Orfelinato Saint Vicent, de  Philadelphia, bajo los auspicios de monjas alemano-americanas,  recibió igualmente a niños cubanos. Estos niños fueron igualmente  víctimas de la discriminación por parte de la población local, que, al  conocer que eran cubanos y estaban en el orfelinato, les impedían toda  relación con las muchachas del lugar y mucho menos visitarlas en sus  casas. Todos eran varones, reprimidos por la severidad del orfanato, con  la ardiente nostalgia de la familia y la desesperada incertidumbre del  futuro. El encierro los llevó a la violencia del trato de unos con los  otros, y a los conflictos, que se multiplicaron entre ellos.
 
No  fue hasta el 9 de marzo de 1962, a pesar de la supuesta  libertad de prensa existente en ese país, que se publicó el primer  reportaje noticioso, cuando Steven Van Beeler, del Cleveland Plain  Dealer, rompió el pacto de silencio periodístico y pretendió publicar  una historia detallada de la operación, al observar en un barrio a un  grupo de niños cubanos viviendo con familias norteamericanas y al  indagar qué hacían allí, para no llamar su atención le respondieron que  se trataba de un asunto de relaciones públicas.
 
Ante la  nueva situación creada y en medio de la Crisis de Octubre, los  organizadores de la Operación Peter Pan tomaron algunas medidas para  aliviar la situación de hacinamiento imperante en el campamento  Matecumbre y proceder al cierre de Kendall por necesidades del Dade  Country Public Welfare Department. A finales de Octubre de  1962, la parte de la base de la marina cercana a Opa - Locka,  que había sido acondicionada como centro de recepción, albergue y  escuela de los niños cubanos, tuvo que ser rápidamente abandonada, al  menos temporalmente, debido a requerimientos militares.
 
Como  consecuencia de ello, los niños más jóvenes fueron reubicados en el  campamento de Florida City donde el hacinamiento había sido aliviado  en parte por la anexión de un tercer bloque de apartamentos. En  Matecumbe, los dormitorios ya resultaban insuficientes e inadecuados  para la capacidad que ya tenía instalada, fue necesario utilizar el  gimnasio y la sala de recreo como dormitorios para los niños que fueron  enviados por el cierre de los otros campamentos militares devenidos  albergues para los niños cubanos cuando se inició la Operación Peter Pan  y que cuando se amenazaba, incluso, con una agresión nuclear al pueblo  de Cuba, era utilizados nuevamente para reemplazar a dichos niños por  soldados dispuestos a agredir a su propia patria, en la cual aún vivían  muchos de los padres y familiares más cercanos.
 
El 31  de octubre de 1962 el Catholic Welfare Bureau envió unos 190 niños  a otras comunidades para su cuidado, permaneciendo aún en esa situación  142 de ellos. Walsh todavía tenía 77 muchachos en Miami, 10 de ellos en  un pequeño hogar de la Iglesia Metodista y el resto en Foster  Homes.
 
Por su parte, la United HIAS Service, que  había obtenido una amplia experiencia desde épocas de Hitler en la  atención a niños refugiados, tenía organizada una amplia red de agencias  judías a través de todo el país, por lo que para el 31 de octubre  de 1962 ya tenían fuera de Miami 117 menores dentro de su  programa. Casi todos ellos fueron destinados a Foster Families por lo  que para esa fecha aún permanecían 54 muchachos en esta situación.
 
En  Diciembre de 1962, Robert M. Ball, comisionado de Seguridad  Social, reconoció, ante un subcomité del senado, que alrededor de 4 mil  niños cubanos se mantenían en Casas de Adopción o con grupos  financiados para su cuidado con fondos federales, que aún no se habían  podido reunir con sus padres o familiares. Una tercera parte de estos  niños se encontraban albergados en el área de Miami, mientras que  las dos terceras restantes se localizaban en 116 comunidades de 41  estados.
 
Las edades de los niños sacados de Cuba mediante la Operación Peter Pan fluctuaban entre meses de nacidos y 18 años de edad.(Continua....)
 

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